domingo, 31 de agosto de 2008

Oración, Fe y Obediencia...

Capítulos 1 y 2 de Nehemías

Siempre que me entero de grandes historias, algo que me resulta inevitable es hacer las preguntas ¿Qué hubiera pasado si...?, así que no pude evitar hacerme ese tipo de preguntas al leer los primeros 2 capítulos de Nehemías. La primera surgió en el verso 4, después de que Nehemías preguntara por la condición de Jerusalén, recibe una respuesta que lo hace reaccionar de una manera radical y honesta, pero sobre todo benigna. Es abrumador ver cómo en nuestros días, las noticias están plagadas de notas verdaderamente trágicas, sin embargo, tristemente mostramos muy poca, o ninguna reacción ante ellas, hemos comenzado a perder la capacidad de dolernos por los que sufren y peor aún, al dejar de preocuparnos hemos dejado también de orar. Lamentablemente eso sucede no solo con las necesidades que vemos lejos de casa, sino también con la necesidad cerca de nuestro hogar, incluso dentro de él. Necesidad de restaurar lo que alguna vez fué hermoso, lo que ahora está débil, o cojo, con la necesidad de que sane para que no se salga del camino.

Alguien dijo que preocupación es igual a oración, y que si no estamos orando por nuestra familia o por cualquier otra cosa importante, no necesitamos orar más... sino preocuparnos primero y entonces, oraremos de modo sincero y ferviente. La pregunta aquí es ¿Qué hubiera pasado, si Nehemías hubiese reaccionado como nosotros reaccionamos hoy ante la necesidad?. Simplemente... el Libro no se llamaría Nehemías. Sería muy insensato decir que nunca se hubiera restaurado la ciudad de Jerusalén, porque Dios habría enviado respiro y salvación de alguna otra parte. Sin embargo Nehemías tuvo un corazón capaz, no sólo de responder ante la necesidad, sino de responder al llamado de Dios.

¿Qué pasaría en nuestras vidas si en lugar de hablar nuestros problemas, oramos nuestros problemas?, después de todo no podemos hacer más de lo que oramos. Nehemías empezó bien... empezó haciendo lo mejor: buscando por medio de la oración, el favor de Dios. Es por demás interesantísimo observar la oración que hizo Nehemías del verso 2 al 10. Para comenzar vemos que sabe buscar a Dios, pues lo hace con humildad y reconociendo su pecado, pero también es un hombre que conoce la Escritura, pues le recuerda a Dios sus promesas. Esto nos revela también, que Nehemías era un hombre de fe, lo cual es natural pues la fe viene por el oír, y el oír por la Palabra de Dios. Hasta ahora Nehemías estaba respondiendo de una manera hermosa ante la necesidad de su pueblo: con sensibilidad, oración y fe, Nehemías estaba listo para pasar de la Fe que pide con confianza, a la fe que actúa con confianza.

Del capítulo 1 al capítulo 2 hay 4 meses de intervalo, aparentemente el rey no había solicitado sus servicios durante ese lapso, proveyendole Dios tiempo para buscar la dirección divina. Probablemente habría más de 1 copero. Vemos en el capítulo 2 que Nehemías, pese a que transcurrieron alrededor de 4 meses ¡sigue afligido!. Ahora bien, estar triste y con rostro afligido delante de nuestro patrón o supervisor el día de hoy, probablemente sea algo normal, pero en aquellos tiempos que un sirviente estuviera triste delante del rey, era practicamente garantía de muerte. Así que ante la pregunta del Rey era natural que Nehemías tuviera temor.

Me encanta ver en la Biblia a hombres de Dios de carne y hueso, vulnerables, que saben lo que es tener miedo, pero que saben también confiar en Dios. ¿De dónde viene esa confianza de Nehemías?, ¿habrán tenido algo que ver los 4 meses de oración y ayuno?... totalmente. Esos tiempos de oración dedicada y profunda, son la razón de que su oración de "último minuto" en el verso 4, tuviera un impacto en la decisión del Rey a su petición.

Inaudito... después de 4 meses de oración, Nehemías ve entre las lágrimas de su lamento, la gloriosa oportunidad que Dios le ha dado para hacer algo por su amada ciudad, Jerusalen. No sólo recibiendo el permiso del rey para ir a la ciudad, sino también recibiendo el patrocinio del rey. Es natural que Nehemías reconociera que el rey accedió a su petición, porque Dios estaba actuando a su favor (v. 8).
El trabajo apenas comenzaba y, como en muchas otras cosas, lo difícil es precisamente comenzar. Cuando uno deja el "reino de la comodidad" para mudarse a "la ciudad que está en ruinas y cuyas puertas están consumidas por el fuego" para restaurarla, es inevitable que se levante algún "Sambalat" o algún "Tobías" (más adelante aprenderemos más de ellos). Y como dice la frase que se le atribuye a Don Quijote: "si los perros ladran, es porque vamos avanzando..."
El otro aspecto difícil de comenzar la restauración, es cuando uno pasa del "papel" al "trabajo de campo". Tres días después de llegar a la ciudad, Nehemías emprende de noche, un tour de reconocimiento por las ruinas de la ciudad, para cuantificar los daños y entonces, dimensionar los esfuerzos necesarios para la obra, ponerle precio a la restauración. Yo creo que cuando nos enfrentamos con esa etapa de la restauración (a nivel personal, familiar, congregacional, ministerial, etc.) es muy fácil desanimarnos. Nehemías se refiere a la situación de la ciudad como "nuestra desgracia" (verso 17), y Jananí le llamó "gran calamidad y humillación" (verso 3). A nadie le resulta fácil encarar su desgracia, gran calamidad o humillación. Pero Nehemías pudo testificar a su gente cómo la "bondadosa mano de Dios" había estado con él.
Qué importante es siempre recordar y reconocer la bondad y fidelidad de Dios. Sin duda Dios le había equipado para el trabajo, pues inspiró de tal modo a su gente que al oír su testimonio, ¡unieron la acción a la palabra! otra cosa difícil de hacer. ¿Cuantas veces nos la pasamos "soñando que hacemos algo", soñando qué pasaría si oraramos, qué pasaría si buscaramos a Dios en la Escritura, soñando qué pasaría si siguieramos el Consejo Divino en nuestras vidas, soñando que creemos sin hacerlo. Que Dios nos ayude y produzca en nosotros, no sólo el querer sino el hacer (aquí está la clave) por SU Buena voluntad. Que como Nehemías, se nos conceda la certeza y la confianza de que "El Dios del cielo nos conocederá salir adelante".

1 comentario:

Justin dijo...

Me gusta tu frase de Don Quijote: "si los perros ladran, es porque vamos avanzando..." Hay una oposición contra la obra de Dios (la misma cosa en Esdras también). Satanás envia al mundo misioneros para que tengamos (los creyentes) un desánimo. pero, un enemigo puede ser una seňal buena que estamos teniendo un impacto en la ciudad :) ¡qué padre! ¡está de pelos!